Para mí la independencia es una cosa hermosa. También me gusta la palabra "independencia", tiene un sonido lindo y, sobre todo, un significado importante. La independencia, no solo la de un estado sino también la de un solo individuo, es fundamental porque va de la mano con la dignidad. No hay dignidad - humana, moral, política - sin independencia.
Por el contrario, más bien carente de dignidad es la rica burguesía catalana atrincherada en el palacio del poder de la comunidad autónoma. El gobierno de la Generalitat, dirigido por el ex mánager del sector privado, Quim Torra - simpático y afable como una picadura de medusa - ha hecho del victimismo su única estrategia política y de proselitismo. La política se ha reducido en Cataluña a una guerra de símbolos, generalmente amarillos que, si son importantes, pero no llenan la panza de la gente, tal vez algunas cabezas vacías.
He visto todas las audiencias del juicio (sí, mejor que Netflix) y espero que todos los líderes catalanes acusados sean liberados lo antes posible. Espero que España y Cataluña puedan superar esta crisis y devolver el tema de la independencia a lo político, no a los tribunales.
Cuando vi a Junqueras, quien citó a Dante y Petrarca ante la Corte Suprema, me emocioné. Ah…Tal vez había políticos de su calibre en Italia, que en los últimos años ha dado a luz al peor tipo de sinvergüenzas. Cuando, por otro lado, veo a la portavoz del Gobierno de la Generalitat que no responde preguntas en castellano…me viene la depresión. Eso no es lucha política, es provincialismo.
La línea seguida por los abogados de la defensa para exonerar a sus clientes de cualquier cargo puede resumirse con un: "era una broma". Dijeron claramente que la DUI fue un acto político efímero, sin ningún valor práctico. Sin embargo, las personas que fueron a votar (yo acompañé a mi novia) fueron reales, así como los golpes que esas personas en fila bajo la lluvia de octubre tomaron de la policía. Los agitadores de masas burgueses, sin embargo, no estaban en la calle, estaban en casa o en la oficina, tranquilos y escoltados.
La independencia no es algo que pides, si realmente la quieres, la tomas y sigues todo el camino. Los líderes de la independencia catalana han erradicado el carácter revolucionario de esta lucha, cortándole la cabeza. Pero con esta clase dirigente, que pasa más tiempo en Twitter que entre la gente, ¿qué se podía esperar?
Tal vez la era de las plataformas digitales y las redes sociales ha nublado la memoria de la mayoría, pero no olvidemos que las clases sociales existen, incluso en la era de Instagram, donde todos parecen ricos y felices.
Me pregunto si los catalanes no se sienten de alguna manera manipulados, engañados o utilizados por esta rica burguesía que hace propaganda en la piel de la clase media (como empleados públicos y estudiantes) y, de hecho, ha congelado cualquier otro tipo de discusión política (costo de la vida, seguridad, salud), enfocando todo solo en la independencia y en el mantra "España malvada, Cataluña buena".
Esta clara división entre facciones opuestas, "con nosotros o contra nosotros", recuerda una vehemencia política que, sobre todo los representantes de los partidos de izquierda deberían luchar, no fomentar.
Recuerdo que cuando Berlusconi gobernó en Italia, cualquier debate político o foro electoral siempre terminaba (siempre) con los dos interlocutores que se gritaban "¡Fascista!", "¡Comunista!". El “Berlusconismo”, la peor criatura nacida en esos años había reducido la política italiana a un coro de estadio con partidarios en lugar de ciudadanos informados, que se dejaron manipular por el engaño de las facciones opuestas. Entretanto el País se iba patas arriba y la sociedad se fracturaba.
La política no es un derby.
España no es una dictadura
Cataluña debería poder elegir su destino.
Votar no es un crimen, manipular a la gente sí.